Homilía del Miércoles 20 de abril de 2016
UNIDOS AL PADRE POR JESUCRISTO.
Lecturas del Miércoles de la 4ª semana de Pascua
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Miércoles, 20 de abril de 2016
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Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (12,44-50):
En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»
Palabra del Señor
HOMILIA
UNIDOS AL PADRE POR JESUCRISTO.
Hermanos, Jesús dijo gritando: “el que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado”. La alegría de Jesús, es que cumpliendo la voluntad del Padre, logra dos cosas esenciales en la vida: la salvación de las almas y la reparación y la gloria del Padre.
La voluntad del Padre, es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento, a la vivencia de esta su voluntad.
“…imítame a Mí; cuando estaba en la casa de Nazaret mi mente no se ocupaba de otra cosa que de la gloria del Padre y de la salvación de las almas; mi boca no decía otra cosa que discursos santos, con mis palabras buscaba reparar las ofensas al Padre, trataba de asaetear los corazones y atraerlos a mi amor, y primariamente a mi Madre y a San José, en una palabra, todo nombraba a Dios, todo se obraba por Dios y todo a Él se refería. ¿Por qué no podrías hacer tú otro tanto?”
Una de las más fervientes oraciones que Jesús hizo al Padre antes de ir a la pasión fue esta: “Padre, que todos sean UNO, como Tú Padre en Mí, y Yo en Ti. Que sean UNO en Nosotros”. (Juan 17: 21).
Para que esta oración se cumpla en nosotros, debemos libremente acoger y hacer vida en nosotros el Don de la Divina Voluntad reinante y obrante en nosotros que Él ahora nos quiere nuevamente dar. Así llegaremos finalmente a cumplir en plenitud esta oración, y como fruto de tal cumplimiento, el poder llegar a la plenitud de lo que El mismo pide al Padre: estar plenamente unidos al Padre, por Él.
Así como Jesús reside en el seno de Dios, su Padre, así quiere Él que nosotros, cesando nuestra vida mundana, nuestras almas vayan a hacer su morada en el Cielo, en el seno de Dios, para gozar juntos la bienaventuranza eterna.
Mayo 9, 1900. Volumen 03
“Después de aquellas pocas palabras que ha dicho Jesús, me he encontrado fuera de mí misma, y mirando la bóveda de los cielos, en ella descubría tres soles: Uno parecía que se posaba en el oriente, otro en el occidente, el tercero en medio día. Era tanto el esplendor de los rayos que emanaban, que se unían unos con otros, de modo que formaban uno solo. Me parecía ver el misterio de la Santísima Trinidad, y el hombre formado con las tres potencias a imagen de Ella; comprendía también que quien estaba en aquella luz, su voluntad quedaba transformada en el Padre, la inteligencia en el Hijo y la memoria en el Espíritu Santo”.
Así como la vida de Jesús sobre la tierra no fue sino un continuar el Querer del Padre, y mientras estaba en la tierra estaba unido con el Padre en el Cielo, Así el alma resignada, mientras vive en la tierra, el alma y su voluntad está unida con Dios en el Cielo. ¿Se puede dar cosa más querida y deseable que ésta?”
La continuación de la vida de Jesús en la tierra, era la gloria del Padre y el bien de las almas; y aquellos que le escuchan y creen en sus palabras, entran hacer parte en esta vida divina. Mientras que quién velado por su voluntad humana, pone la más grande barrera para que su vida sea revestida de la luz de la voluntad del Padre.
“Hija mía, no puede haber obstáculo mayor que impida la unión entre Yo y las criaturas y que se oponga a mi Gracia, que la propia voluntad. Tú, con ofrecerme tu corazón para mi satisfacción, te has vaciado de ti misma, y vaciándote de ti, Yo me verteré todo en ti, y de tu corazón me vendrá una alabanza que me traerá las mismas notas de las alabanzas de mi corazón, que continuamente da a mi Padre para satisfacer a la gloria que no le dan los hombres.”
La unidad dada entre Dios y la criatura, se vio disuelta por la desobediencia del hombre y Jesucristo tomando la naturaleza humana y haciéndose nuestra cabeza, vino a reunir a la humanidad dispersa, y con su obediencia al Querer del Padre, vino a unir otra vez a Dios y al hombre. Pero esta unidad se hace cada vez más fuerte, en la medida de nuestra obediencia a la voluntad de Dios.
“Quien hace mi Voluntad representa a lo vivo el periodo de mi Vida en la tierra, que mientras externamente parecía hombre, al mismo tiempo era siempre el Hijo amado de mi querido Padre. Así el alma que hace mi voluntad, externamente tiene la piel de la humanidad, pero por dentro se encuentra mi persona, inseparable como Yo en el Amor y en la Voluntad de la Trinidad Sacrosanta, así que la Divinidad dice: Ésta es otra hija que tenemos sobre la tierra, por amor a ella sostengamos la tierra, porque hace en todo nuestras veces.”
Y lo que en Cristo encontró el Padre Celestial, es decir, gloria, complacencia, amor, satisfacción, completas y perfectas y para bien de todos; Jesús lo quiere encontrar en las almas como otros tantos Jesús que lo hagan a la par con Él.
Agosto 14, 1917
“Hija mía, Yo no hacía otra cosa que darme en poder de la Voluntad del Padre, así que si pensaba, pensaba en la mente del Padre; si hablaba, hablaba en la boca y con la lengua del Padre; si obraba, obraba en las manos del Padre; también el respiro respiraba en Él, y todo lo que hacía iba ordenado como Él quería. Así que podía decir que mi Vida la desarrollaba en el Padre, y Yo era el portador del Padre, porque todo encerré en su Querer y nada hacía por Mí, mi punto principal era la Voluntad del Padre, porque Yo no ponía atención a Mí mismo, ni por las ofensas que me hacían interrumpía mi curso, sino que siempre volaba más a mi centro, y mi Vida natural terminó cuando en todo cumplí la Voluntad del Padre.”
La tarea del hombre, es aspirar y alcanzar la plena unión con el Padre, y esta sólo es posible en la escucha, seguimiento y obediencia a Jesucristo. Que María Santísima, que está perfectamente unida al Padre, como al Hijo y al Espíritu Santo, interceda para que recibiendo nosotros el don de la divina voluntad, podamos alcanzar el sueño de Dios; la unión con su criatura.