Novena de Navidad. QUINTO DÍA
QUINTA MEDITACIÓN:
El amor abandonado en amarga soledad.
QUINTA HORA:
Sintiéndome llamada por Jesús a considerar el quinto exceso de su amor dispuse el oído del corazón a escuchar su voz, doliente pero creadora, que internamente me decía:
«Hija mía, no te separes de mí, no me dejes solo, mi amor desea ardientemente estar en compañía, y has de saber que éste es otro exceso de mi amor, pues así como mi divinidad forma esencialmente la unión más intima que pueda darse, así también mi Humanidad, unida hipostáticamente a mi Verbo Eterno, no puede en su naturaleza no ser llevada a deleitarse con la compañía de las criaturas.
Ya te has dado cuenta de que tan pronto como fui concebido en el seno de mi Madre, al mismo tiempo engendré a la gracia a todas las criaturas humanas, a fin de que concebidas en mí crecieran a la par conmigo en sabiduría y verdad.
Es por eso que amo su compañía y que quiero estar en continua correspondencia de amor con ellas, y comunicarles muy a menudo el más palpitante testimonio de mi amor.
Quiero estar continuamente en suave coloquio de amor con ellas para tenerlas al corriente de mis alegrías y de mis dolores. También deseo darles a conocer que he venido del cielo a la tierra no para otra cosa sino para hacerlas plenamente felices, y que deseo, por tanto, estar en medio de ellas como un hermanito para obtener de ellas benevolencia y amor, y para dar de nuevo a cada una todos mis bienes, mi propio Reino a costa de los más duros sacrificios, incluido el de mi muerte para darles vida.
Deseo en fin, entretenerme con ellas colmándolas de besos y de las más tiernas caricias de amor.
Pero ay, has de saber que a cambio de mi amor no recibo más que continuos dolores y penas. Y en efecto, hay quien escucha de mala gana mi palabra de vida eterna, quien rehuye mi compañía, hay quien se desvincula de mi amor, quien me huye, quien se hace el sordo, por lo que me reduce al silencio. Pero aún hay más, hay quien directamente me desprecia y me ultraja.
Los primeros no se preocupan de mis bienes y de mi Reino y pagan mis besos y mis caricias con la despreocupación y el olvido de mí, y así el entretenimiento amoroso que debería tener con ellos se reduce a silencio y abandono.
Pero los segundos, que son los más numerosos, convierten mi amor por ellos en amarguísimo llanto, que naturalmente es desahogo para mi corazón, porque no sólo se ve apagado sino maltratado, despreciado, ultrajado.
Y añadir, además, que mientras estoy en medio de las criaturas estoy sin embargo, siempre solo. Oh, cuánto me pesa la soledad forzada que me procuran con su abandono, con hacerse sordas aún a la más breve palabra mía y con impedirme todo desahogo de amor.
Ah, hija mía, suple tú a mi amor defraudado no dejándome nunca solo en esta soledad mía, dame el bien de hacerme hablar dando oído a mis enseñanzas, has de saber que yo soy el maestro de los maestros y si tú me escuchas, oh, cuantas cosas aprenderás de mi y al mismo tiempo harás que mi llanto cese haciendo que me deleite en amor contigo. Dime: ¿no quieres tu deleitarte en amor conmigo?»
Y yo, después de haber reafirmado que le seria siempre fiel, me abandonaba en El, amándolo, con mi más tierna compasión por El, que a pesar de ser tan magnánimo, que quiere hacer feliz consigo mismo a la criatura, se ve dejado solo por ésta sin ningún consuelo y en la más amarga soledad.
Pero mientras pasaba así la quinta hora de meditación, la voz interna de Jesús se hacía oír de nuevo en mi corazón: «Basta, basta, pasa a considerar el sexto exceso de mi amor»
CHARLA DEL DÍA QUINTO
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En esta quinta hora meditamos el amor de Jesús que sufre la soledad por parte de las criaturas. El quiere hablarnos, quiere enseñarnos a vivir en su Voluntad y por estar distraídos muchas veces lo dejamos solo en la más amarga soledad.
Jesús quiere hablarnos, Él dice: «has de saber que yo soy el maestro de los maestros y si tú me escuchas, oh, cuantas cosas aprenderás de mi». El está esperando que le escuchemos , que aprendamos de él.
Y Dios nos habla siempre y en todo momento, nos habla a través de la creación, nos habla a través de las Sagradas escrituras, nos habla en la oración, en lo más intimo de nuestro corazón y nosotros debemos estar atentos a escucharlo.
Dios nos habla a través de la creación, pues Dios puso un «Te amo» para nosotros en cada cosa creada, te amo nos dice en cada rayo de luz, te amo nos dice en cada grano de arena, en cada soplo del viento, cuando hace calor o frío, en todo, y Dios se siente solo cuando no nos damos cuenta de éste amor que Él nos manda y queda con el dolor de ver que sus hijos no lo escuchan y no le corresponden con su «te amo». Es más, a veces no sólo no lo escuchamos sino que nos quejamos de las especialidades de su amor, nos quejamos de la lluvia, de la sequía, del frío, del calor y se nos olvida que en cada cosa hay una especialidad del amor de Dios hacia nosotros, que nos dice «TE AMO» mientras que al mismo tiempo nos enseña. En el firmamento nos enseña sobre su inmensidad, en el sol nos enseña sobre su fecundidad, su potencia, en las flores nos da lecciones sobre su belleza. «Oh, si éstas flores son tan bellas, cuánto más será quien las creó» «Si el mar y el cielo son tan grandes cuánto más grande es Dios»
Entonces, Dios nos está continuamente hablando y enseñándonos a través de la creación y espera ser escuchado y correspondido.
Ahora bien, Jesús cuando vino a la tierra nos habló y se dio a conocer plenamente. Él es la Palabra. El primer versículo del libro de San Juan dice: «En el principio existía la palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios». Por lo tanto, cada palabra de Jesús tiene la virtud de formar una vida divina en el alma que la recibe, de ahí que debemos estar atentos como María Santísima, meditando cada palabra en nuestro corazón, porque cada palabra encarna a Jesús en nuestras almas.
Entonces, debemos estar más atentos a escuchar a Jesús, porque Él quiere hablarnos. En el primer volumen de los escritos de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta Jesús nos dice:
» Imítame a Mí cuando estaba en la casa de Nazaret, mi mente no se ocupaba de otra cosa que de la gloria del Padre y de la salvación de las almas, mi boca no decía otra cosa que discursos santos, con mis palabras buscaba reparar las ofensas al Padre, trataba de asaetear los corazones y atraerlos a mi Amor, y primariamente a mi Madre y a San José, en una palabra, todo nombraba a Dios, todo se obraba por Dios y todo a Él se refería. ¿Por qué no podrías hacer tú lo mismo?”
Acá Jesús nos invita al recogimiento interior para escucharle, para hablar con él y no dejarlo en la más amarga soledad. Muchas veces preferimos hablar con las criaturas que hablar con Dios y Dios no puede desahogar su amor y sus gracias sobre nosotros. ¿Cuántas veces preferimos leer un libro de farándula que la Sagrada Biblia? ¿o preferimos leer noticias rutinarias en lugar de escritos que nos ayudan a entender mejor el mensaje de las Sagradas Escrituras como por ejemplo, los escritos sobre la Divina Voluntad de Luisa Piccarreta donde el mismo Jesús dice que son la doctrina más pura y más santa, sin ningún error? A veces preferimos escuchar música mundana o llamémosla: «comercial» que oir una charla de alguien que nos ayude a profundizar en el conocimiento de Dios para amarlo más. ¿Cuántas veces preferimos quedarnos en la comodidad de la casa, viendo televisión o hablando con otros de cosas rutinarias en vez de asistir a la Santa Misa o refugiarnos en la oración?
Cuando preferimos otras cosas en vez de Jesús lo dejamos solo y esta soledad Jesús la sufrió desde su encarnación.
Bien, ahora no se trata de ir a la Santa Misa solo por ir, por rutina, sino de ir para hablar con Dios y escucharle. Hay almas que van a misa por rutina, para que otras personas vean que ella sí va a misa y es devota, o porque quieren encontrarse con alguna persona en lugar de encontrarse con Dios, o estando en la iglesia se ponen a hablar con otras personas en lugar de hablarle y escuchar a Dios, y ésto hace que Jesús siga sintiendo esta soledad. En lugar de agradar a Dios, lo desagradan, en lugar de buscar la compañía de Dios buscan la compañía de las criaturas, por eso no ponen atención a la palabra de Dios, y Jesús queda solo, solo en medio de las criaturas.
Ahora, Jesús en esta meditación del quinto exceso de amor nos dice: «Dame el bien de hacerme hablar dando oído a mis enseñanzas» porque Él, en su sabiduría infinita sabe que cuando él habla, crea. Y Él quiere crear vidas divinas en cada uno de nosotros que eternamente le den gloria divina, y al mismo tiempo nos hagan infinitamente felices.
Sin embargo, hay un dolor de Jesús por algunas almas:
«hay quien escucha de mala gana mi palabra de vida eterna, quien rehuye mi compañía, hay quien se desvincula de mi amor, quien me huye, quien se hace el sordo, por lo que me reduce al silencio»
Hay personas que escuchan de mala gana su palabra, que van a misa porque les tocó acompañar a alguien o leen la biblia porque les tocó hacer una tarea o porque pretenden encontrar una justificación a su mala conducta y como no la encuentran la leen de mala gana; otros escuchan la palabra de Dios pero se hacen los sordos porque no quieren dejar esos actos que desagradan a Dios y algunos hasta tratan de modificar el sentido de la palabra de Dios a su conveniencia para justificar su pecado. Todo esto hace llorar a Jesús.
Pero a Jesús también lo hace llorar aún más otra clase de almas, las almas que dicen ser suyas, las almas consagradas.
En el libro de «Las horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo», que pueden descargar en esta página, Jesús habla del abandono de sus más fieles amigos que por pequeñas pruebas o incidentes de la vida no se ocupan de Dios y lo dejan solo, de aquellos que al no encontrar su propio gusto en las cosas santas o en los sacramentos no se ocupan de Él y lo dejan solo.
Esto lo vemos cuando en momentos nos sentirnos abatidos, desanimados, tentados, con problemas, y en lugar de correr a la oración y hablar con Dios, escucharle, lo que hacemos es hundirnos más en esos estados de ánimo que hasta podemos muchas veces llegar a caer en faltas, incluso graves.
Esto sucede también porque incluso en las cosas santas nos buscamos a nosotros mismos en lugar de buscar a Dios, buscamos ser aplaudidos por los demás hermanos de la iglesia, del grupo de oración, que hablen bonito de nosotros, y nos olvidamos de Dios y lo dejamos solo. Entonces, hay casos de algunas almas que no van a misa porque les cambian al sacerdote, porque no hay coro, etc y dejan a Jesús solo, solo en el sagrario esperando que al menos lo saludemos y le dejemos hablar a nuestro corazón. Esto es un profundo dolor para Jesús pues mientras parece que están con Él estamos es con nosotros mismos y a Jesús lo dejamos solo. Esta soledad es tan amarga para Jesús que no sólo le lloran los ojos, sino que le sangra el corazón, como lo dice Él mismo a través de este libro de las horas de la pasión.
Hermanos, Dios nos espera, nos llama, en forma de niño nos dice «dame el bien de hacerme hablar». Él quiere que estemos siempre atentos para escucharle y hablar con Él, para darnos a conocer que ha venido del cielo a la tierra no para otra cosa que para hacernos felices. Dios sabe que sólo cuando nosotros nos entreguemos totalmente a Dios y le escuchemos seremos plenamente felices.
En un capítulo del Volumen 14 (Junio 26 de 1922) del «Libro de Cielo», escrito por la Sierva de Dios Luisa Piccarreta Jesús muestra su cansancio por tanta soledad diciendo:
Mira, Yo soy el Dios aislado por las criaturas, vivo en medio de ellas, soy vida de cada uno de sus actos y me tienen como si no existiera con ellas. ¡Oh! cómo lloro mi soledad, me ha tocado la misma suerte del sol, que mientras él vive con su luz y calor en medio de todos, no hay fecundidad que de él no venga, con su calor purifica la tierra de tantas inmundicias, sus bienes son incalculables y con magnanimidad los hace descender sobre todos, pero él en lo alto vive siempre solo, y el hombre ingrato no le da jamás un gracias, un testimonio de agradecimiento.
Así estoy Yo, ¡solo!, siempre solo, mientras que estando en medio de ellos soy luz de cada pensamiento, sonido de cada palabra, movimiento de cada obra, paso de cada pie, latido de cada corazón, y el hombre ingrato me deja solo, no me dice un gracias, un te amo; quedo aislado en la inteligencia, porque de la luz que les doy se sirven para ellos y tal vez para ofenderme; quedo aislado en las palabras, porque el sonido que forman muchas veces sirve para blasfemarme; quedo aislado en sus obras, de las que se sirve para darme muerte; en los pasos, en el corazón, atentos sólo a desobedecerme y a amar lo que a Mí no pertenece.
¡Oh, cómo me pesa esta soledad! Pero mi amor, mi magnanimidad son tan grandes, que más que sol continúo mi curso, y en mi curso voy investigando si alguno quiere hacerme compañía en tanta soledad, y encontrándolo, con él formo mi compañía perenne y lo abundo de todas mis gracias. He aquí por qué he venido a ti, estaba cansado de tanta soledad, no me dejes jamás solo hija mía”.
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Hermosisima
es una guía hermosa y que m permite evaluarme a nte Dios dia tras dia
Graciasy BENDICIONES por tan ESPIRITUAL NOVENA. Me la DISFRUTE y la compartí porque se me hizo muy en vivo está preparación.
Soy muy a favor de la vida y mando muchos mensajes para invitar a rezar a las clínicas y asistir a marchas o participar en los 40 días.
Ahorita quería ver si puedo sacar sólo las imagines pero la que más me impresionó es ver al bebé como JESUS Atado y Coronado.
SI ME lo pueden facilitar se los Boy a agradecer. BENDICIONES