TERCER DIA – La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad.
El tercer paso de la Divina Voluntad en la Reina del Cielo.
La sonrisa de toda la creación por la concepción de la Niña Celestial.
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El alma a la Virgen:
Madre mía, esta pequeña hija tuya, extasiada por tus lecciones celestiales, siente la extrema necesidad de venir cada día a sentarse sobre tus rodillas maternas para escucharte y poner en su corazón tus enseñanzas maternas. Tu amor, el dulce encanto de tu voz, el sentirme estrechada a tu Corazón entre tus brazos me infunde valor y confianza y la seguridad de que tú, Madre mía, me concederás la inmensa gracia de hacerme comprender el gran mal que puede hacer mi voluntad, para hacerme vivir de Voluntad Divina.
Lección de la Reina del Cielo:
Hija mía, escúchame, es mi Corazón de Madre el que te habla; apenas veo que quieres escucharme, mi Corazón se llena de gozo y siente la esperanza cierta de que mi hija llegará a tomar posesión del Reino de la Divina Voluntad que tengo en mi Corazón materno para dárselo a mis hijos. Es por eso que debes poner mucha atención en escucharme; escribe todas mis palabras en tu corazón para que permanezcan siempre en él y modeles tu vida conforme a mis enseñanzas.
Hija mía, en cuanto la Divinidad sonrió y festejó mi concepción, el «Fiat» Supremo realizó el tercer paso en mi pequeña humanidad y ya desde pequeñita me dotó de razón divina; poniéndose de fiesta toda la creación, hizo que todas las cosas creadas me reconocieran como Reina. Reconocieron en mí la vida de la Divina Voluntad y todo el universo se postró a mis pies, aunque yo todavía era muy pequeñita y aún no había nacido. Y cantándome himnos el sol me festejó y me sonrió con su luz; el cielo me festejó con sus estrellas y, sonriéndome con su manso y dulce resplandor, se ofreció a ser corona resplandeciente sobre mi cabeza; el mar también me festejaba con sus olas, que se elevaban y se abajaban pacíficamente; en fin, no hubo cosa creada que no se haya unido a las sonrisas y a la fiesta de la Sacrosanta Trinidad por mi Inmaculada Concepción. Todos aceptaron mi dominio, mi imperio, mi autoridad y se sintieron honrados, —después de tantos siglos desde cuando Adán perdió su autoridad y dominio de rey al apartarse de la Divina Voluntad—, de poder hallar en mí a su Reina y toda la creación me proclamó: « Reina del Cielo y de la Tierra ».
Mi querida hija, tú debes saber que la Divina Voluntad, cuando reina en el alma, no sabe hacer cosas pequeñas sino grandes; ella quiere concentrar en la afortunada criatura todas sus prerrogativas divinas, así que todo lo que ha salido de su Fiat omnipotente, la rodea y permanece obediente a sus órdenes. ¿Qué es lo que no me dio el Fiat Divino? Me dio todo; el cielo y la tierra estaban en mi poder, me sentía dominadora de todo y hasta de quien me creó.
Hija mía, escucha a tu Madre. ¡Oh, cómo me duele el corazón al verte débil, pobre y sin el verdadero dominio de ti misma! Te domina el temor, la duda, los celos, todos ellos miserables andrajos de tu voluntad humana. Pero, ¿sabes porqué? Porque la vida de la Divina Voluntad no es íntegra en ti, esa vida que haciendo huir a todos los males de la voluntad humana puede hacerte feliz y llenarte de todos los bienes que posee. Ah, si tú con un firme propósito te decides a nunca más volver a darle vida a tu voluntad, sentirás morir en ti todos los males y revivir todos los bienes. Entonces sí que todo te sonreirá; la Divina Voluntad realizará también en ti su tercer paso y la creación entera festejará a la recién llegada al Reino de la Divina Voluntad.
Entonces, hija mía, dime, ¿me escucharás? ¿me das tu palabra de que nunca, nunca más volverás a hacer tu voluntad? Debes saber que si cumples con tu palabra, yo jamás te dejaré; me pondré al cuidado de tu alma, te envolveré en mi luz para que nadie ose molestar a mi hija y te daré mi dominio para que tú puedas dominar todos los males de tu voluntad humana.
El alma:
Madre Celestial, tus lecciones penetran en mi corazón y lo llenan de un bálsamo celestial; te doy gracias por humillarte tanto hacia mí, pobrecilla. Pero escucha, oh Madre mía, tengo miedo de mí misma, pero si tú quieres todo lo puedes y yo contigo todo lo puedo, me abandono como una pequeña niña entre tus brazos de Madre, pues estoy segura que de este modo apagaré tus ardientes ansias maternas.
Florecita: Hoy, para honrarme, mirarás el cielo, el sol, la tierra y uniéndote a todos recitarás tres veces el « Gloria al Padre » para darle gracias a Dios por haberme constituido Reina de todos.
Jaculatoria: Reina potente, domina mi voluntad para convertirla en Voluntad Divina.
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Reflexión para el Tercer Día:
LA SONRISA DE TODA LA CREACIÓN
Hermanos, en este tercer día acerquémonos a nuestra Madre Santísima para seguir bebiendo de su materno corazón todas las enseñanzas que irán haciendo que nuestra vida se sumerja en este preciado Don de la Divina Voluntad y podamos recibir la gracia que nos ayudará ver el gran mal que causa el hacer nuestra propia voluntad humana.
El tercer paso que hizo la Divina Voluntad en María, fue que toda la creación la reconoció como Reina y Señora. La creación aceptó el dominio y mando de esta creatura, que después de mucho tiempo, desde Adán, ninguna criatura había logrado. Y todo esto porque la Voluntad de Dios reinaba en ella. Cuánto dominio y poder produce en nosotros esta Divina Voluntad.
María es la dominadora de todo. La Divina Voluntad en ella, le da el puesto de Reina de todo lo creado y todo queda a su disposición. Por eso vemos en muchas advocaciones marianas, elementos de la creación haciéndole honor, como la luna bajo sus pies, las estrellas formando una corona en su cabeza, etc.
Cuando se vive de voluntad humana, nos hacemos esclavos de todo: de nuestras pasiones, dudas, temores. No tenemos dominio sobre nosotros mismos, y hasta la misma naturaleza se pone en nuestra contra. Es lo que hoy estamos viviendo: una naturaleza que se impone ante el hombre, reclamando la respuesta que éste debía darle a su Creador.
Cuando la creación reconoce en el hombre la vida de la voluntad de Dios, se pone a su servicio, porque todo lo que ha sido creado por Dios, por estar en su voluntad, no puede sino hacer otra cosa que hermanarse con aquel hombre que vive en la voluntad de Dios, quedando obediente a sus órdenes y a sus indicaciones. No así cuando lo descubre no solo desnudo de esta voluntad divina, sino investido del lúgubre habito de su voluntad humana, se pone en condición de enemigo.
Si sentimos como Luisa ese inmenso deseo y la extrema necesidad de venir ante la presencia de esta Madre y Maestra Celestial para aprender de sus enseñanzas, es porque este Don de la Divina Voluntad, ya está germinando en nuestro interior.
Madre y Reina del Divino Querer. Aviva este pequeño fuego que mi alma está sintiendo, para que por medio de cada enseñanza que me das, mi alma se valla revistiendo de la Voluntad de mi querido Padre. Y entonces recuperando el puesto y la finalidad para cual fuimos creados, toda la creación nos reconozca y se ponga a nuestro servicio.
Qué gozo inmenso el ver que todo un Dios, juntamente con la Virgen Santa y la creación con ellos, puedan nuevamente sonreír al ver la vuelta que el hombre está haciendo hacia su Creador.
Reina y Madre de todo lo creado,
Ejerce tu dominio sobre mi corazón
Para que sea revestido de la Divina Voluntad
ESTRELLA DE LA MAÑANA, RUEGA POR NOSOTROS.
Gracias por los audios, son bellísimos, bendiciones!
Gracias Madre mía, en tus Divinas Manos entrego mi voluntad. Reyna del Cielo y de la Tierra. Amen.